martes, julio 05, 2005

16.Entre bastidores

Jordi Juste para Nipoweb
A estas alturas, estoy seguro de que todos los japonófilos de Nipoweb habéis oído decir alguna vez que muchas cosas en este país son pura forma, que lo que en otras latitudes entendemos como ser diplomático aquí es el pan nuestro de cada día. También sabréis que en muchos ámbitos de la vida japonesa todavía cuenta más el participar que el ganar. Lo he recordado por si acaso antes de contar una anécdota reciente.
Concurso de teatro
Como dije en otro artículo, cada año se celebra en la región de Kansai un concurso de teatro español que disputan los círculos o clubes de las universidades Tenri, Kansai Gaidai y Kyōto Gaidai. Pues bien, este año parece que los chicos de una de esas universidades lo hicieron mejor que los demás y así quedó reflejado en el resultado de la votación secreta del jurado, integrado por un periodista mexicano, un profesor español y tres profesores japoneses. Los números no dejaron lugar a dudas: ganó una de las tres universidades.
Sin embargo, para asombro del profesor español y del periodista mexicano, uno de los profesores japoneses, titular de una de las universidades perdedoras, impuso una deliberación posterior argumentando que la universidad ganadora no merecía el galardón porque había representado un cuento japonés (muy bien adaptado a las tablas y al español, pese a quien pese) y el concurso era de teatro español. La discusión consistió en intentar hacer comulgar con ruedas de molino a los dos extranjeros para que se pasaran por el forro el resultado de la votación.
¿Se acata la antidemocrática decisión?
Los dos abnegados jueces, después de dedicar un día de su descanso laboral a la loable tarea de evaluar la puesta en escena y las dotes interpretativas de los estudiantes, se negaban a aceptar que su tarea había sido en balde y que había que dedicarse a la componenda para, como terminó por reconocer el partidario de la antidemocrática enmienda, salvar su honor.
Desgraciadamente, los otros dos profesores japoneses eran dos chicas jóvenes empleadas a tiempo parcial en diversas universidades, una de ellas en la misma en que ejerce el facedor de este absurdo entuerto. En ellas, la edad y la jerarquía de su compatriota pesó tanto que cedieron a la voluntad de este, por lo que finalmente se optó por declarar vencedoras a las dos universidades, algo que no dejó contento a nadie, especialmente cuando se hizo evidente el pucherazo. Y es que las nuevas generaciones de japoneses, aunque sin caer en la competición salvaje que se estila en otros lares (y que dure), ya no se conforman con asistir como bobos a la representación de una realidad que ha sido decidida entre bastidores. Me parece un buen ejemplo del viejo Japón que se resiste a morir en un aspecto en que lo más saludable sería enterrarlo tras cubrirlo con cal viva.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El tiempo que pasa tan rápido para algunas cosas, lo hace muy lento para otras, mas que nada por la falta de permeabilidad de los cerebros.

Anónimo dijo...

aajjaaja me suena haber vivido situaciones parecidas. Intentando cambiar lo que es inpepinable y claro, con motivos que no se sustentan por ninguna parte.

Sinceramente, que me vengan con esos argumentos al perder, da risa. Si tenían algún problema con el texto representado, lo tendrían que haber vetado antes, o haber protestado antes de la decisión. La risa es que las artimañas y excusas para tal tipo de pucherazos acaben colando casi siempre, sobre todo en los casos en los que van trufadas de nacionalismo barato (no es el caso que mencionas, pero he visto casos parecidos, y he sufrido descalificaciones de investigaciones profesionales de 3 años, a mis espaldas, por el simple hecho de ser extranjero en Japón; cuando tal recurso es el primero usado, la dignidad del conjunto se resiente).