miércoles, enero 31, 2007

21.Otra vez suspensos

Llegó otra vez el momento de corregir exámenes y poner las notas finales. Una vez más me enfrenté a la tarea con el firme propósito de aprobar a todo el mundo. Y de nuevo fui incapaz. Simplemente, hay alumnos que no se dejan. Porque uno no puede dejar pasar a un chico de 19 años, matriculado en el departamento de español, que se ha tirado dos semestres yendo cada día a clase de español y saca un uno o un dos sobre diez en un examen del que prácticamente les había dado las respuestas.
El problema ya no es solo de método o de habilidad. Hay un déficit básico, de capacidad y de motivación. De filtro.
Ya hace tiempo que bajé del burro y paso a los que tienen muy buena asistencia y sacan más de tres sobre diez en el examen. Pero algunos (hasta cinco en alguna clase de 25) ni así.
¿Descorazonador? Bueno, ahí se entona el "shikataganai" y a mirar hacia adelante, a fijarse en los que te obligan a ponerles un 10 sobre 10.

martes, enero 16, 2007

20.La lengua en la oficina.


En la sala de profesores se produce una discusión interesante sobre el uso del inglés por parte de la universidad para dirigirse a los profesores extranjeros. Un americano y un neozelandés se quejan de que reciben muchos avisos en japonés de cosas que son importantes. Creen ellos que la universidad, al contratar a profesores extranjeros que no saben japonés, debería asumir la obligación de comunicarse con ellos en inglés. Un británico responde que en los contratos se especifica que la lengua de comunicación de la universidad es el japonés. Además, añade, en Estados Unidos o en Gran Bretaña sería imposible que contrataran a un profesor que no tuviera la habilidad de comunicarse con el personal administrativo en la lengua del país, aunque dicho profesor hubiera sido contratado por ser nativo de una lengua extranjera como, por ejemplo, el japonés.

Yo añadiría que un profesor que lleva tres años en Japón y todavía no es capaz de comunicarse en japonés con el personal administrativo de la universidad es un mal ejemplo para alumnos que pretenden algo mucho más difícil: aprender en su propio país a comunicarse en una lengua extranjera.