jueves, abril 19, 2007

23.Alumno invidente

El curso acaba de comenzar con un reto nuevo para mí: dar clase por primera vez a un grupo en el que se cuenta un chico invidente. El departamento de ayuda a los alumnos discapacitados de la Universidad Ritsumeikan ha preparado las cosas bastante bien, y semanas antes de la primera clase el alumno ya tenía el libro de texto (En Marcha 1) traducido al braile. Se ha tardado un poco más en encontrar a los ayudantes, alumnos de algún curso superior (tercero o cuarto) que se sientan con él y le van explicando lo que hace el profesor (por ejemplo si escribe algo en la pizarra).
De momento la cosa va más rodada de lo que esperaba, aunque tengo que confesar que ya hemos tenido tres clases y todavía tengo una sensación extraña, como de estarme preguntando todo el tiempo si estoy haciendo bien las cosas, teniendo en cuenta que tengo a un alumno tan especial. No digo que la experiencia sea fácil, pero por el momento creo que la gran motivación de este chico compensa las dificultades.

lunes, febrero 19, 2007

22. Encontrar trabajo en Japón.

Como es una pregunta que se repite periódicamente en algunos comentarios, he decidido escribir unas líneas generales sobre las posibilidades de encontrar trabajo como profesor de español en Japón.
Yo diría que la mayoría de gente que está enseñando español en Japón ha llegado por alguna de las siguientes vías:
1.Llegó a Japón como religioso y bien sigue siéndolo o dejó de serlo y se casó con una japonesa (no conozco ningún caso de ex religiosa casada con japonés).
2.Vino a Japón porque su esposo (o esposa) era japonés y entró en el mundo de la enseñanza del español por necesidad.
3.Vino a Japón como profesor invitado de alguna universidad japonesa y una vez terminado el contrato temporal consiguió uno indefinido y se quedó.
4.Vino a Japón como estudiante a tiempo completo (la única modalidad para la que se concede visado) y luego consiguió un contrato de profesor y se quedó.
5.Vino a Japón para trabajar en la escuela de idiomas NOVA, con el contrato y el visado bajo el brazo.
En estos momentos no se me ocurre ninguna otra opción, aunque puede que exista.
Sobre la opción más apetecible, la tercera, la estrecha vía para conseguirlo es la siguiente: conocer a alguien que tenga un buen contacto en alguna universidad española o hispanoamericana con convenio o relación de colaboración con una universidad japonesa que tenga cursos de español y plaza de profesor invitado. No es fácil, nada fácil.
Si alguien quiere alguna aclaración suplementaria:

miércoles, enero 31, 2007

21.Otra vez suspensos

Llegó otra vez el momento de corregir exámenes y poner las notas finales. Una vez más me enfrenté a la tarea con el firme propósito de aprobar a todo el mundo. Y de nuevo fui incapaz. Simplemente, hay alumnos que no se dejan. Porque uno no puede dejar pasar a un chico de 19 años, matriculado en el departamento de español, que se ha tirado dos semestres yendo cada día a clase de español y saca un uno o un dos sobre diez en un examen del que prácticamente les había dado las respuestas.
El problema ya no es solo de método o de habilidad. Hay un déficit básico, de capacidad y de motivación. De filtro.
Ya hace tiempo que bajé del burro y paso a los que tienen muy buena asistencia y sacan más de tres sobre diez en el examen. Pero algunos (hasta cinco en alguna clase de 25) ni así.
¿Descorazonador? Bueno, ahí se entona el "shikataganai" y a mirar hacia adelante, a fijarse en los que te obligan a ponerles un 10 sobre 10.

martes, enero 16, 2007

20.La lengua en la oficina.


En la sala de profesores se produce una discusión interesante sobre el uso del inglés por parte de la universidad para dirigirse a los profesores extranjeros. Un americano y un neozelandés se quejan de que reciben muchos avisos en japonés de cosas que son importantes. Creen ellos que la universidad, al contratar a profesores extranjeros que no saben japonés, debería asumir la obligación de comunicarse con ellos en inglés. Un británico responde que en los contratos se especifica que la lengua de comunicación de la universidad es el japonés. Además, añade, en Estados Unidos o en Gran Bretaña sería imposible que contrataran a un profesor que no tuviera la habilidad de comunicarse con el personal administrativo en la lengua del país, aunque dicho profesor hubiera sido contratado por ser nativo de una lengua extranjera como, por ejemplo, el japonés.

Yo añadiría que un profesor que lleva tres años en Japón y todavía no es capaz de comunicarse en japonés con el personal administrativo de la universidad es un mal ejemplo para alumnos que pretenden algo mucho más difícil: aprender en su propio país a comunicarse en una lengua extranjera.