Bio
Barcelona (1968). Licenciado en
Ciencias de la Comunicación (UAB), Máster en Enseñanza de ELE (Antonio de
Nebrija), Máster en Sociedad Internacional de la Información y el Conocimiento
(UOC), doctorando (UOC). Llegué a Japón en 1995 para una estancia de seis meses en casa de unos
amigos. He trabajado durante más de diez años como corresponsal de El Periódico
de Catalunya y profesor de español en diversas universidades, entre ellas Kyoto
Gaidai y Ritsumeikan. Actualmente soy traductor de japonés, profesor de
periodismo y coordinador de medios de comunicación y equipos de fútbol japoneses.
Primero hay que visitar Japón
Encontrar trabajo en Japón no es
fácil. El principal problema es el visado. Básicamente, hay dos formas de
obtenerlo. Una es como esposo de un ciudadano japonés. La otra con el
patrocinio de la empresa que se dispone
a contratarte. Llegar con visado de turista y quedarse a trabajar ilegalmente
es arriesgarse a dar con los huesos en la cárcel y tener vetada de por vida la
entrada en el país.
Para la primera opción, ni que
decir tiene que debe ser un matrimonio real, ya que Japón es un país muy
estricto con esas cosas. Una vez se tiene el vínculo legal, es cuestión de ir a
la legación diplomática nipona que corresponda y hacer los trámites, que
normalmente consisten en presentar la documentación y escribir un texto
justificando la petición. Para optar por el visado patrocinado, hay que acreditar
una especialidad profesional que permita a la empresa justificar la necesidad
de contratar a un extranjero. Esto vale tanto para trabajar como ingeniero
informático, cocinero en un restaurante español o artista en un espectáculo de
flamenco o en un parque temático.
Una gran parte de los
extranjeros no asiáticos que trabajan en Japón lo hacen en la enseñanza.
Enseñar inglés para alguien que no sea nativo de un país donde este sea lengua
oficial es muy difícil, aunque no imposible. En cuanto al español, la mayoría
de puestos de profesor se encuentran en las universidades. El problema es que
la competencia es grande y las plazas son escasas. Además, la mayoría de
profesores de español tienen contrato sólo para algunas clases por semana. Para
poder vivir en Japón mediante ese sistema hay que dar muchas clases, es decir,
hay que estar enseñando en varias universidades. Para lograr acumular un número
de clases suficiente para vivir se necesita paciencia, estar en el país y darse
a conocer en los centros en los que se imparte la lengua.
Los buenos contratos para
profesores de español en la Universidad japonesa son cada vez más escasos, pero
no es imposible obtenerlos. Hay centros en los que, precisamente, quieren
contratar a gente que venga de fuera y no sepa japonés por un período
determinado (un año, dos…). Es difícil aconsejar sobre la mejor forma de buscar
uno de esos contratos, porque la casuística es variada. Una vía son los
convenios que tienen las universidades japonesas con centros extranjeros. Si la
universidad donde estudiaste o donde trabajas tiene alguna relación con una japonesa,
puedes explorar esa vía.
Yo recomiendo a quien esté
pensando seriamente en ir a enseñar español en Japón que primero planifique un
viaje al país, que visite algunos departamentos de esta lengua en las universidades,
hable con los responsables japoneses y con los extranjeros que ya trabajan ahí.
Por supuesto, también para los que opten por intentar ejercer otra profesión en
Japón, lo ideal es que vayan y tengan un contacto directo con el país y con sus
potenciales empleadores.
Twitter: @jordijuste