Uno de los ejercicios interculturales más interesantes, por cuanto ayuda a abrir los ojos y relativizar la importancia de aspectos de nuestra cultura que tenemos asumidos como “naturales”, es asisitir a las reacciones que tienen personas de otros países ante los mismos. En algunos casos, como el de la respuesta de los japoneses ante algunos detalles de la vida en Occidente en general, y en España en particular, la experiencia permite validar la vigencia de la percepción de que no estamos sólo ante culturas diferenciadas sino frente a civilizaciones todavía muy distintas, a pesar de la innegable existencia de ese paraguas con goteras, o esa lluvia con claros, llamada globalización.
Sorpresas interculturales
Esta semana, hablando en concreto de las diferencias entre las casas japonesas y las casas occidentales, me di cuenta de que muchos de los que no han vivido en el extranjero se sorprendían de que en nuestro país la gente entre y salga de sus hogares con los zapatos de andar por la calle. Me cuesta creer que no lo hayan visto u oído antes, pero lo cierto es que para algunos parecía algo difícil de creer. Y parecían estar desentrañando un complicado misterio cuando les expliqué que era normal que se descalzaran en un país en el que el suelo era de madera o de esteras y además se comía y se dormía a ras de suelo, pero que no tenía razón de ser en un “mundo” en el que se come en mesas a un metro del suelo y se duerme en camas la mitad de altas.
También dentro de la casa y en relación con las costumbres cotidianas, algo que los sorprende muchísimo es descubrir que en España los adultos no se bañan casi nunca. Para ellos es inconcebible el prescindir del ritual diario del paso por agua a más de 40 grados. (Perdón, supongo que la mayoría habéis leído sobre el tema, pero por si acaso: los japoneses y asimilados nos remojamos en el líquido elemento, ardiente para un extranjero “normal”, durante un buen rato, que puede llegar a ser de una hora –tranquilos, no es mi caso–, después de lavarse en la zona adyacente de la sala de baño, independiente del lugar donde se encuentra el excusado).
Duchas y baños
Al contarles que en España la higiene está garantizada mediante la ducha y que la gente consideraría una pérdida de agua y tiempo el baño diario, y que en Japón esa costumbre tiene su origen en la profusión de agua caliente natural en el volcánico archipiélago, muchos llegan al extremo de verbalizar la lástima que sienten por los no japoneses por estar privados de ese regalo de Vulcano.
Siguiendo en el ámbito de la ducha, dicen que se extrañan mucho al ver que en los baños occidentales el agua sale a tan poca presión y se consigue con dificultad una temperatura que para ellos pase de tibia.
Y, como gran curiosidad, el bidé: la mayoría preguntan para qué sirve y una alumna me preguntó por qué estaba separado del retrete y no funcionaba como en Japón, donde hoy en día muchísimas tazas llevan incorporado sistema de calefacción y surtidor regulable a las necesidades higiénicas y a los gustos táctiles del consumidor.
Como he dicho al principio, un ejercicio intercultural muy bueno para abrir los ojos.