miércoles, mayo 02, 2012
Si quieres trabajar en Japón, primero visítalo
domingo, marzo 25, 2012
domingo, noviembre 22, 2009
Trabajar en Japón
A los interesados en trabajar en Japón, os invito a leer desde los posts más antiguos.
Gracias
Jordi Juste
viernes, abril 18, 2008
La actualidad del mundo hispánico en español
jueves, abril 03, 2008
Fin de contrato
miércoles, marzo 26, 2008
El Instituto Cervantes triunfa en Tokio
http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=489641&idseccio_PK=1007&h=
y colgada también en mi blog principal: http://japonjuste.blogspot.com/
Japón es un país donde una gran parte de la población dispone de una importante cantidad de dinero para gastar en actividades culturales. Además, la mayoría de los japoneses prefieren tener organizadas sus horas de ocio y no cuentan con segundas residencias donde pasar los fines de semanas o los períodos de vacaciones largos. A eso se añade una gran curiosidad por lo extranjero que alcanza también a lo español.
Sin embargo, contra lo que alguna gente cree, el castellano no está de moda en Japón, aunque sí es cierto que su estatus ha aumentado con respecto al de otras lenguas europeas, como el alemán o el francés, hasta hace poco las preferidas de buena parte de los intelectuales nipones. Al mayor interés por lo español contribuyeron decisivamente los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Liga de Fútbol Profesional, pero también el descubrimiento del modernismo, el flamenco, el cine y la cocina.
El castellano se estudia en unas 40 universidades, aunque en la mayoría de los casos como una segunda lengua extranjera que los alumnos tienen que cursar obligatoriamente. Además, numerosas academias privadas y la radio y televisión públicas ofrecen semanalmente cursos de español.
Sobre todo mujeres
El Instituto Cervantes ha logrado atraer a estudiantes de diversas edades y condiciones, pero el 70% son mujeres de entre 20 y 45 años. La mayoría de ellas estudian castellano porque les interesa algún aspecto de la cultura española o hispanoamericana, aunque también hay una minoría que espera usarlo en el trabajo. “Mi marido es empresario y a veces trabaja con clientes de España. Yo lo ayudo y por eso a veces tengo que hablar en español”, explica Keiko, una mujer de unos 40 años que lleva 5 meses estudiando, dos días por semana, en el Cervantes.
En cambio, su compañera Junko explica que estudia en el Instituto, junto a su esposo, por pura afición: “Me interesa la música de España desde que conocí a Vicente Amigo. Y también la comida y la gente”.
El Instituto Cervantes cuenta en Tokio con 28 profesores nativos a tiempo parcial provenientes de diversos países hispanohablantes, que en su mayoría ejercen también en alguna de las universidades de la capital. Todos aplican la metodología comunicativa contemplada en el plan curricular para todo el mundo, pero a veces se topan con la idiosincrasia local y tienen que convencer a alumnos poco acostumbrados a hablar con sus compañeros en una lengua extranjera.
domingo, enero 20, 2008
JAPÓN BAJA LA NOTA
Foto: Un grupo de escolares frente a la estación de Kioto. JJuste
27/12/2007 DEBATE SOBRE LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN EN UN PAÍS ASIÁTICO
El informe PISA revela un descenso del nivel escolar nipón y aviva la polémica sobre los planes educativos
• El país sigue entre los primeros del mundo, pese al retroceso
JORDI JUSTE.KIOTO
La capacidad académica de los estudiantes japoneses desciende, aunque, en el conjunto mundial, siguen estando en el grupo de cabeza. Este podría ser un resumen de los resultados del recientemente publicado informe PISA para el año 2006, que analiza la capacidad académica de los estudiantes de bachillerato de 57 países, de los que 30 son miembros de la OCDE.
"Nosotros estamos aquí porque fuimos a la escuela afiliada, pero somos tontos, los inteligentes son aquellos de ahí", explicaba recientemente un alumno de español de una universidad privada en referencia a parte de sus compañeros, que accedieron después de superar un difícil examen de ingreso.
jueves, abril 19, 2007
23.Alumno invidente
De momento la cosa va más rodada de lo que esperaba, aunque tengo que confesar que ya hemos tenido tres clases y todavía tengo una sensación extraña, como de estarme preguntando todo el tiempo si estoy haciendo bien las cosas, teniendo en cuenta que tengo a un alumno tan especial. No digo que la experiencia sea fácil, pero por el momento creo que la gran motivación de este chico compensa las dificultades.
lunes, febrero 19, 2007
22. Encontrar trabajo en Japón.
miércoles, enero 31, 2007
21.Otra vez suspensos
martes, enero 16, 2007
20.La lengua en la oficina.
viernes, diciembre 22, 2006
19.Asistencia
martes, julio 05, 2005
18.Abrir los ojos
Uno de los ejercicios interculturales más interesantes, por cuanto ayuda a abrir los ojos y relativizar la importancia de aspectos de nuestra cultura que tenemos asumidos como “naturales”, es asisitir a las reacciones que tienen personas de otros países ante los mismos. En algunos casos, como el de la respuesta de los japoneses ante algunos detalles de la vida en Occidente en general, y en España en particular, la experiencia permite validar la vigencia de la percepción de que no estamos sólo ante culturas diferenciadas sino frente a civilizaciones todavía muy distintas, a pesar de la innegable existencia de ese paraguas con goteras, o esa lluvia con claros, llamada globalización.
Sorpresas interculturales
Esta semana, hablando en concreto de las diferencias entre las casas japonesas y las casas occidentales, me di cuenta de que muchos de los que no han vivido en el extranjero se sorprendían de que en nuestro país la gente entre y salga de sus hogares con los zapatos de andar por la calle. Me cuesta creer que no lo hayan visto u oído antes, pero lo cierto es que para algunos parecía algo difícil de creer. Y parecían estar desentrañando un complicado misterio cuando les expliqué que era normal que se descalzaran en un país en el que el suelo era de madera o de esteras y además se comía y se dormía a ras de suelo, pero que no tenía razón de ser en un “mundo” en el que se come en mesas a un metro del suelo y se duerme en camas la mitad de altas.
También dentro de la casa y en relación con las costumbres cotidianas, algo que los sorprende muchísimo es descubrir que en España los adultos no se bañan casi nunca. Para ellos es inconcebible el prescindir del ritual diario del paso por agua a más de 40 grados. (Perdón, supongo que la mayoría habéis leído sobre el tema, pero por si acaso: los japoneses y asimilados nos remojamos en el líquido elemento, ardiente para un extranjero “normal”, durante un buen rato, que puede llegar a ser de una hora –tranquilos, no es mi caso–, después de lavarse en la zona adyacente de la sala de baño, independiente del lugar donde se encuentra el excusado).
Duchas y baños
Al contarles que en España la higiene está garantizada mediante la ducha y que la gente consideraría una pérdida de agua y tiempo el baño diario, y que en Japón esa costumbre tiene su origen en la profusión de agua caliente natural en el volcánico archipiélago, muchos llegan al extremo de verbalizar la lástima que sienten por los no japoneses por estar privados de ese regalo de Vulcano.
Siguiendo en el ámbito de la ducha, dicen que se extrañan mucho al ver que en los baños occidentales el agua sale a tan poca presión y se consigue con dificultad una temperatura que para ellos pase de tibia.
Y, como gran curiosidad, el bidé: la mayoría preguntan para qué sirve y una alumna me preguntó por qué estaba separado del retrete y no funcionaba como en Japón, donde hoy en día muchísimas tazas llevan incorporado sistema de calefacción y surtidor regulable a las necesidades higiénicas y a los gustos táctiles del consumidor.
Como he dicho al principio, un ejercicio intercultural muy bueno para abrir los ojos.
17.¿Se vive bien en Japón?
Tranquilos, no voy a aprovechar esta sección para hacer una reflexión de carácter general sobre el tema. La pregunta que encabeza este artículo se la hice recientemente a mis alumnos para que reflexionaran sobre el lugar donde viven y para que aprendieran a valorar sus ventajas y sus inconvenientes. El resultado del trabajo era una pequeña composición de unas doscientas palabras que culminaba un par de semanas en las que en clase habíamos estado viendo vocabulario y formas lingüísticas útiles para referirse a la calidad de vida.
Alto grado de satisfacción
Pues bien, las redacciones de los estudiantes universitarios japoneses de tercer curso denotan un alto grado de satisfacción con la realidad en la que las ha tocado en suerte nacer y crecer. Su valoración no es acrítica, muchos reconocen que Japón tiene graves problemas, como el paro creciente, la contaminación o la falta de espacio. Sin embargo, casi todos consideran mucho más abundantes los factores positivos.
Entre estos destacan las condiciones materiales, en concreto la ausencia de extrema pobreza, la presencia de buenos sistemas de educación y sanidad y, por encima de todo, la seguridad ciudadana. Es curioso, ya que el escaso índice de delincuencia podría hacer pensar que los japoneses no aprecian la falta de delitos en su justa medida, pero no es así, tal vez debido a que muchos tienen la experiencia, directa o relatada, de salir del país y ser víctimas de robos.
La naturaleza, uno de los factores más nombrados
Otro factor que estiman en gran medida es el clima y, en general, la naturaleza. También esto puede ser una sorpresa para los muchos extranjeros que se quejan de los fríos inviernos y de los sofocantes veranos. Lo curioso es que los japoneses también se quejan a menudo del severo tiempo, pero al mismo tiempo parece ser que lo tienen asumido y hasta lo aprecian. Yo creo que eso es consecuencia de una cultura que hace que aprendan desde la cuna a deleitarse con la naturaleza. Es un tópico que se ajusta a la realidad: si pueden, disfrutan de un agreste acantilado, de un frondoso bosque de arces o de una rebelde selva de bambú. Y si no pueden, se hacen un bonsai o un arreglo floral, o se tumban a contemplar un cerezo en flor, ajenos a la fealdad del plástico azul que les sirve de colchón o a los cables de alta tensión que coronan la blanquecina copa.
Digan lo que digan los que sólo ven la paja en el ojo de Japón, los japoneses creen que viven bien, o sea, viven bien, porque ¿qué es vivir bien sino estar razonablemente satisfecho con la propia realidad?
16.Entre bastidores
A estas alturas, estoy seguro de que todos los japonófilos de Nipoweb habéis oído decir alguna vez que muchas cosas en este país son pura forma, que lo que en otras latitudes entendemos como ser diplomático aquí es el pan nuestro de cada día. También sabréis que en muchos ámbitos de la vida japonesa todavía cuenta más el participar que el ganar. Lo he recordado por si acaso antes de contar una anécdota reciente.
Concurso de teatro
Como dije en otro artículo, cada año se celebra en la región de Kansai un concurso de teatro español que disputan los círculos o clubes de las universidades Tenri, Kansai Gaidai y Kyōto Gaidai. Pues bien, este año parece que los chicos de una de esas universidades lo hicieron mejor que los demás y así quedó reflejado en el resultado de la votación secreta del jurado, integrado por un periodista mexicano, un profesor español y tres profesores japoneses. Los números no dejaron lugar a dudas: ganó una de las tres universidades.
Sin embargo, para asombro del profesor español y del periodista mexicano, uno de los profesores japoneses, titular de una de las universidades perdedoras, impuso una deliberación posterior argumentando que la universidad ganadora no merecía el galardón porque había representado un cuento japonés (muy bien adaptado a las tablas y al español, pese a quien pese) y el concurso era de teatro español. La discusión consistió en intentar hacer comulgar con ruedas de molino a los dos extranjeros para que se pasaran por el forro el resultado de la votación.
¿Se acata la antidemocrática decisión?
Los dos abnegados jueces, después de dedicar un día de su descanso laboral a la loable tarea de evaluar la puesta en escena y las dotes interpretativas de los estudiantes, se negaban a aceptar que su tarea había sido en balde y que había que dedicarse a la componenda para, como terminó por reconocer el partidario de la antidemocrática enmienda, salvar su honor.
Desgraciadamente, los otros dos profesores japoneses eran dos chicas jóvenes empleadas a tiempo parcial en diversas universidades, una de ellas en la misma en que ejerce el facedor de este absurdo entuerto. En ellas, la edad y la jerarquía de su compatriota pesó tanto que cedieron a la voluntad de este, por lo que finalmente se optó por declarar vencedoras a las dos universidades, algo que no dejó contento a nadie, especialmente cuando se hizo evidente el pucherazo. Y es que las nuevas generaciones de japoneses, aunque sin caer en la competición salvaje que se estila en otros lares (y que dure), ya no se conforman con asistir como bobos a la representación de una realidad que ha sido decidida entre bastidores. Me parece un buen ejemplo del viejo Japón que se resiste a morir en un aspecto en que lo más saludable sería enterrarlo tras cubrirlo con cal viva.
15.Daigakusai
Daigakusai es el nombre genérico de la gran feria anual que organizan como mínimo una vez al año los estudiantes de las universidades japonesas. Una gran mayoría de ellas se celebran a principios de noviembre coincidiendo con el bunka no hi, o día de la cultura, que es festivo nacional. Como digo, son unas celebraciones montadas por los estudiantes y básicamente para los estudiantes, aunque están abiertas al público en general y los profesores siempre somos recibidos con alborozo.
Ocasión para los clubes
Esta fiesta, que suele durar tres días, es la gran ocasión que tienen los clubes y círculos de alumnos para mostrar sus actividades y para recaudar fondos para su funcionamiento. Ese primer objetivo es más obvio en el caso de grupos que se dedican a practicar algún arte o actividad representable, como los de música de diversos estilos, artes marciales, flamenco, chanoyu, hip-hop, o incluso el imprescindible de animadoras, o cheer-leaders. Por el contrario, en el caso de otros, como los que hacen deportes o se dedican a hacer excursiones, el daigakusai es una oportunidad para recaudar fondos. Cabría referirse a una tercera categoría en alza, la de clubes o círculos dedicados a actividades de voluntariado, que usan la feria para dar a conocer su labor y para conseguir dinero para continuarla.
Los fondos a los que me refiero se recaudan básicamente mediante la venta de comida, bebida, productos artesanales y cualquier otra cosa expuesta en un pequeño rastro. Lo interesante de la comida es que la preparan los propios estudiantes y la venden en puestos instalados en el campus o en aulas transformadas en restaurantes, como el ya clásico “Granada” que montan los chicos del Club de Conversación Española de Kansai Gaidai, o el interesantísimo bar de American Folk Song de Kyōto Gaidai. La variedad es la característica principal y para nosotros es casi una obligación disfrutar de ella para contentar al mayor número posible de nuestros alumnos.
El caso de Kyōto Gaidai
En Kyōto Gaidai cada año se aprovecha la fiesta para hacer representaciones teatrales en los distintos idiomas que cuentan con departamento propio. Para los chicos de español es la prueba de fuego antes del concurso de teatro español Lope de Vega al que concurren unas semanas más tarde con sus rivales de Kansai Gaidai y de la Universidad de Tenri.
La organización general del daigakusai corre a cargo de una especie de club de clubes cuya principal actividad durante todo el año es prepararse para este gran evento. La profesionalidad con lo que lo hacen todo es una demostración de la gran importancia que tienen los clubes y círculos en el sistema universitario japonés.
14.Clases en la cafetería
Más allá del más o menos estable mundo de la enseñanza de español en universidades y escuelas de idiomas con sueldos razonables, del que ya he venido hablando en esta sección, existe uno mucho más precario, pero que a veces es una tabla de salvación para los que llegamos a Japón sin demasiados cabos atados de antemano. Este es el de las clases particulares impartidas fuera de todo marco empresarial.
Un clavo al que agarrarse
Muchos hemos pasado por ese estadio profesional, ya sea como única fuente de ingresos o como complemento temporal a algún trabajo que no llegaba a alcanzar los costes de la vida en Japón. Como ya tengo explicado, para llegar a tener un buen número de clases como profesor a tiempo parcial en las universidades se necesitan tiempo (unos tres años), suerte y amigos. No sé de nadie que haya llegado y al primer año ya haya tenido una cantidad de clases suficiente como para no necesitar complementar el sueldo. Por eso, si alguien está pensando en venir a Japón a hacerse una carrera de profe que vaya haciéndose a la idea de buscarse clases particulares.
Este negociete tiene la ventaja de que, como no hay que pagar comisiones a nadie, se puede ajustar más el precio a las demandas de los alumnos. Lo ideal es lograr que las clases sean para más de uno, de modo que puedan compartir los gastos y ofrecerle más al profesor. No hay ninguna norma escrita, pero yo creo que está bien comenzar por unos 3.000 yenes por clase de hora y media para un solo alumno, aumentando mil yenes suplementarios por estudiante.
¿Dónde dar las clases?
Desde un punto de vista pedagógico, lo ideal sería poder reunirse en algún local tranquilo, pero los que hay en los ayuntamientos y otras instituciones públicas a veces están vetados a los intercambios comerciales, así que muchas veces las clases se dan en cafeterías o hamburgueserías, donde por una consumición a uno lo dejan estar sin importunarlo.
El principal problema para tener un número suficiente de clases de este tipo es el de darse a conocer. Se puede lograr mediante revistillas de anuncios gratuitos o colgando las señas en tablones de anuncios de las entidades de los “centros internacionales” que hay en todas las grandes ciudades, aunque a veces están limitados a los intercambios de una lengua por la otra, por lo que se puede convertir en una fuente de malentendidos si lo que uno quiere es ganar dinero. Otra posibilidad es entrar en contacto con el mundo de la enseñanza reglada y hacerse con algunas migajas en forma de alumnos que, además de asistir a las clases en las que están matriculados, desean practicar sus habilidades comunicativas y están dispuestos a pagar para ello.
¿Vale la pena correr el riesgo?
Como veis, también en el mundo de las clases particulares hay que tener paciencia, suerte y amigos. Además, aunque uno consiga tener bastantes clases particulares, siempre estará pendiente de las conveniencias de sus alumnos, que muchas veces le cancelarán las clases y lo dejarán colgado.
No quiero desanimar a nadie, pero es mejor pensárselo muy mucho antes de venir a Japón con la idea de salir adelante sólo con un manual de gramática para extranjeros, una cara bonita y mucha gracia latina. Hace falta algo más.
13.Gakkai
Tipos de gakkai
Entre las primeras encontramos la JALT, cuyas actividades se desarrollan fundamentalmente en inglés y tiene la ventaja de servir para ampliar el círculo de relaciones personales y perspectivas intelectuales. En cuanto al español, existen en Japón dos asociaciones, la primera, en antigüedad y dimensión, es Hispania Gakkai, que cuenta con unos cuatrocientos miembros y pronto celebrará su medio siglo de vida. Su principal actividad consiste en la organización de dos congresos anuales, generalmente uno en la región de Kanto y otro en Kansai. Su lengua vehicular es el japonés, lo que la aleja de una gran parte de profesores nativos de español, cuyo conocimiento de la lengua del país difícilmente alcanza para seguir una presentación de nivel académico sobre un tema muy concreto.
Canela
La otra asociación de hispanistas en Japón es la quinceañera Confederación Académica Nipo-Española Latino-Americana, más popularmente conocida como Canela, que por algo en su parto se forzó el lenguaje para darle unas siglas eufónicas y sugerentes. En Canela estamos unas cien personas, aproximadamente la mitad japoneses y la otra hispanos de casi todas las nacionalidades. La característica principal de la mal llamada confederación es que todas sus actividades se desarrollan exclusivamente en español, lo que facilita el acceso a todos los hispanohablantes nativos.
Aquí sólo quería dejar constancia de su existencia y explicar que estas organizaciones, especialmente Canela, son muy importantes para el desarrollo de una carrera profesional en Japón. Esto es así porque los profesores que ejercen a tiempo parcial en una o varias universidades no suelen tener derecho a escribir en las publicaciones académicas que editan estas instituciones, ya que normalmente están reservadas a los que trabajan a tiempo completo. Pero la paradoja es que cuando uno intenta obtener un contrato en una universidad, una de las cosas que se le exigen es haber publicado el mayor número posible de artículos de investigación.
Más que una simple "editorial"
Pero bueno, el propósito de Canela y otras organizaciones profesionales no es sólo servir como editorial de aspirantes a tener plaza fija. En realidad, uno de los valores que yo le atribuyo en primer lugar es el proporcionar oportunidades para el intercambio intelectual y humano, algo especialmente importante en este país. Ya que, como no me cansaré nunca de repetir, aunque uno viva a gusto, integrado más o menos en la sociedad japonesa, no deja de ser un extranjero cuyos lazos con el entorno son, en el mejor de los casos, frágiles.
12.Baitos y friitas
En Japón es mucho más normal que en España que los estudiantes universitarios simultaneen su carrera y algún tipo de trabajo que les conceda cierta independencia económica de sus padres. Resalto que se trata de una autonomía económica limitada. Normalmente no da para vivir sólo ni mucho menos para pagar las matrículas universitarias.
Los trabajos típicos
Algunos de los trabajos típicos de estudiantes universitarios son como camareros en bares y restaurantes, dependientes en tiendas o empleados en locales de karaoke. También hay algunos que concentran su vida laboral en épocas en que algunas empresas necesitan refuerzos, como el fin del año o el comienzo del verano, cuando empresas y particulares se hacen regalos que hay que repartir.
Además de estas actividades “confesables” hay otros trabajillos de los estudiantes de los que uno se entera sólo cuando consigue tener una relación de confianza con alguno de ellos. La más típica es la de hostesu o chica que está en un bar para entrener a los clientes. En principio se trata de una actividad legítima, las chicas sólo beben, charlan y a veces cantan con los clientes. Sin embargo, es bien sabido que este suele ser un camino a la prostitución. Y aquí entramos en un tema digno de un artículo aparte.
No voy a hablar ahora de las alumnas que se dedican directamente al sexo como trabajo habitual. Sólo quiero contar aquí que algunas me han confesado que, aunque su trabajo como hostesu sólo consiste en las inocentes actividades mencionadas arriba, en algunos casos excepcionales, a petición de su mamasan (jefa de un local de diversión nocturna), han accedido a tener relaciones sexuales con clientes a cambio de retribuciones extraordinarias. Y, por cierto, aunque siguen siendo mayoría las chicas, cada vez hay más demanda y oferta de especímenes masculinos para el trabajo de hosto.
¿Qué se pretende conseguir con el dinero del baito?
Como he dicho, estas ocupaciones que los japoneses llaman arubaito (del alemán Arbeit, trabajo) o simplemente baito, no dan para vivir, pero les permiten ahorrar para sus gastos, ya que la mayoría o viven con sus padres o estos les pagan la universidad y los gastos de residencia si viven lejos del hogar familiar, algo mucho más común aquí que en España. Esta fuente de ingresos extraordinarios explica que muchos estudiantes japoneses tengan recursos para comprarse ropa cara, divertirse los fines de semana y además viajar por Europa en sus vacaciones universitarias.
El sistema lo hace posible una gran oferta de trabajos a tiempo parcial, que suelen recoger voluminosas revistas que se reparten en las puertas de las universidades al inicio del curso. Y últimamente, debido a los cambios que se están produciendo en el mundo laboral japonés, cada vez hay más jóvenes que, por gusto o por necesidad, en lugar de buscar un trabajo definitivo siguen desarrollando los trabajos antes mencionados una vez licenciados, aunque entonces a tiempo complemento, pasando a ser llamados friitaa (freeter).
11.Los colegas
Uno de los aspectos que suele convertir un trabajo en una actividad agradable o en un suplicio son los compañeros con que hay que compartirlo. El caso de la enseñanza en general no es un excepción. Y el de la enseñanza de idiomas en el extranjero en particular mucho menos. ¿Por qué digo que mucho menos? Pues porque el estar viviendo en un país que no es el tuyo, lejos de tu familia y de tus amistades anteriores, hace que la relación con los compañeros de trabajo se convierta en una parte sustancial de tu vida social. Más todavía si el país en el que trabajas es tan distinto y distante del tuyo como lo es Japón, para lo bueno y para lo malo.
Las relaciones laborales
La ventaja de este trabajo con respecto a otros es que sueles encontrarte con gente de un nivel intelectual alto, con intereses y conociminetos diversos, que pueden enriquecerte mucho. Además, muchos de ellos se encuentran en unas circunstancias parecidas a las tuyas. En mi caso, por ejemplo, en la universidad puedo compartir mis experiencias con otros extranjeros y liberar mucha de esa tensión que acumulamos los humanos cuando no tenemos oportunidad de darnos cuenta de que nuestras vivencias no son tan únicas.
Con eso no quiero decir que las relaciones se establezcan por grupos según la afinidad de circunstancias familiares. En las universidades donde trabajo me relaciono con extranjeros casados con japonesas, japonesas casadas con extranjeros, japoneses casados con japoneses, extranjeros que están aquí en pareja y solteros de muchas nacionalidades, edades y tendencias sexuales.
Inevitablemente se suelen crear grupitos lingüísticos, especialmente cuando hay hispanohablantes que no dominan el inglés. Porque la relación con otros extranjeros se establece casi siempre en inglés, ya que, aunque haya muchos profesores extranjeros que dominen el japonés, siempre hay presente alguno que, bien porque está más o menos de paso, bien porque la vida no lo ha empujado por ahí, no habla o ni siquiera entiende el japonés suficiente para mantener una conversación medianamente inteligente.
La mayoría de extranjeros son profesores de inglés, muchos de ellos australianos, pero también los hay de alemán, italiano, portugués...La relación con profesores asiáticos suele ser más bien escasa. Y con los profesores japoneses depende mucho de su nivel de conociemiento real de nuestra realidad, quiero decir que los que han vivido largo tiempo en España o en Hispanoamérica son mucho más asequibles y es más fácil establecer una relación bastante íntima con ellos. Muy íntima no suele ser por lo que he dicho al principio: ellos viven en su país, cerca de su familia y de sus amistades de toda la vida, y rodeados de otros colegas compatriotas con los que las relaciones son menos propensas a malentendidos. Así pues, aunque uno intente integrarse en la sociedad nipona, la relación con otros extranjeros es una de las columnas que sostiene nuestra estabilidad emocional en este país que casi siempre queremos pero que a veces sufrimos.
10.Culture Centre
En Japón no sólo se enseña castellano en las universidades. Existe un buen número de centros de enseñanza de idiomas que ofrecen clases de esta lengua, como las cadenas NOVA y Berlitz, además de otras escuelas más modestas repartidas por el país, como María Teresa en Kobe o Extensión en Osaka, y centros culturales que ofrecen una gran gama de cursos para nadultos, entre los que se encuentran los de español.
Un ejemplo
Yo imparto varias clases semanales en una de estas últimas insitituciones, el Asahi Culture Centre de Osaka, afiliado al periódico del mismo nombre. Ahí tengo grupos de como máximo 15 alumnos, de entre 18 y 80 años, que acuden a aprender español por motivos que incluyen, entre muchísimos más, su afición al flamenco o al fútbol español, su amor al tango argentino, a la música andina, a la arquitectura de Gaudí o su sueño de ir a vivir a España.
En cuanto a los niveles, hay desde principiantes absolutos hasta personas que han vivido en un país de habla hispana y lo único que necesitan es seguir manteniendo la fluidez en una lengua que llegaron a dominar con el uso diario, en algunos casos sin pasar por el purgatorio de las aulas.
A diferencia de lo que sucede en las universidades, en estas clases todos los alumnos acuden por interés propio y, aun en el caso de los más jóvenes, su nivel de conocimientos del mundo en general o, como mínimo el afán de adquirirlos, es superior al de la media de la enseñanza superior. Esto facilita mucho el trabajo al profesor.
Dificultades
Las dificultades surgen a veces porque los intereses culturales son tan variados que resulta difícil satisfacerlos todos. En todo caso, en general se trata de personas con curiosidad intelectual, que agradecen cualquier explicación y que se interesan genuinamente por muchos aspectos de la vida de los países hispánicos.
En estos centros, las condiciones de trabajo, salario incluido, son mejores que en las cadenas de escuelas de idiomas antes citadas, ya que su objetivo principal no es ganar dinero a corto o medio plazo, sino consolidarse como instituciones de prestigio que ofrecen opciones de calidad para ocupar los ratos de ocio. Y bien sabido es que a los japoneses les gusta tener bien organizado su tiempo, también el libre, y que cada vez hay más gente en este país con horas para llenar. En este momento las clases están a tope.
9.Cuidado con los comentarios
El profesor de español en Japón tiene que tener un gran cuidado con las cosas que dice en el aula y asegurarse de que han sido entendidas correctamente. La ironía, el sarcasmo, o cualquier forma de humor que permita interpretaciones ambiguas son terrenos pantanosos.
Un ejemplo
En el transcurso de una clase, una alumna utilizó la expresión "los eta". Creo recordar que dijo algo así como que había visto en el periódico "una noticia sobre los eta". Como yo estaba hablando sobre la sociedad española, podía deducir que lo que quería decir era que había visto una noticia "sobre ETA" o sobre "los de la ETA".
El caso es que la palabra eta (impuro) se utilizó en Japón durante siglos para referirse a los miembros de un grupo social racialmente idéntico al resto de japoneses pero segregado, por dedicarse a ocupaciones consideradas sucias (tanto física como espiritualmente), tales como el curtido de pieles de animales o el trato de cadáveres humanos. Desde el inicio de la época Meiji (1868) la segregación fue declarada ilegal y se les pasó a llamar burakumin (gente de las aldeas especiales), aunque se mantuvo la discriminación de hecho hasta nuestros días. Es un problema muy interesante del que me gustaría escribir más extensamente en otro apartado de Nipoweb.
El caso es que la expresión “los eta”, en Japón necesita una aclaración por parte del profesor de español. Pues bien, yo me limité a decir: “los eta de Japón no, ¿verdad? La ETA, o los de la ETA, ¿vale?”. La alumna asintió y se quedó satisfecha con mi corrección, pero una compañera suya me escribió que yo era o bien un inconsciente o bien un desalmado que no merecía el privilegio de estar dando clases en Japón. ¿Acaso no sabía yo el sufrimiento que había causado esa expresión?
Clase especial
Me considero una persona totalmente contraria a todo tipo de discriminaciones injustas, así que me hirió profundamente el comentario y preparé una clase especial para explicar que en español también existían expresiones peyorativas como “judiada” o “gitanada” y que la expresión eta había sido usada, entre otros, por el célebre burakumin Toson Shimazaki en su novela El precepto roto, en 1906. Añadí que me parecía que no debía ser usada en forma insultante pero que nada impedía su análisis en una clase en la universidad. Todos los alumnos menos la chica que me había escrito quedaron satisfechos de las explicaciones e incluso hicieron preguntas. Ella, en cambio, me remachó “¿Por qué tienes que volver a decirlo? ¿No tuviste suficiente con una vez?”
Esta es una anécdota que sólo me afectó a mí, pero muchos compañeros míos podrían relatar otras que ilustran la preferencia de algunos japoneses por solucionar un problema conviertiéndolo en no existente y nos recuerdan el riesgo a ser malinterpretados a que estamos expuestos los que pasamos gran parte de nuestra jornada hablando en público a personas con sensibilidades muy diversas.
8.La relación con los alumnos fuera del aula
El tipo de relación que se establece entre los alumnos japoneses y el profesor español fuera del aula dependerá mucho de la actitud de este último. A poco que el profesor se muestre abierto a asistir a cenas o a ir de copas con los alumnos, empezarán a surgirle propuestas en una cantidad difícil de asumir. Por el contrario, si los alumnos ven que el profesor guarda celosamente su tiempo extra-académico será raro que intenten forzar su voluntad. A veces parecemos represas que sólo pueden estar cerradas a cal y canto o con las compuertas vencidas. Lo digo por experiencia propia y de mis colegas.
Los nomikai
Seguro que a muchos os interesará saber también si los profesores japoneses tienen o no relación con los alumnos fuera del campus. Pues bien, de todo hay, pero no es nada extraño que los que imparten clases tipo seminario organicen algunos nomikai (encuentro para beber), es decir, que se vayan a cenar juntos y a soltarse la lengua a base de bañarla en alcohol.
Sabido es que los japoneses tienen por costumbre hacer más fluidas sus rígidas relaciones personales en el lugar de trabajo alargándolas, a veces, en forma de reuniones etílicas donde las normas jerárquicas se subvierten y los subordinados pueden faltar al respeto a sus jefes sin temor a que estos se lo echen en cara al día siguiente, ya que el tiempo de la borrachera es en Japón una especie de limbo que es de mal gusto intentar recuperar desde el “tiempo real”. Esto vale, por lo que yo sé, también para el ámbito universitario. Por ejemplo, recientemente, unos alumnos me contaron que habían llamado a su profe de seminario, y jefe del departamento de español, “viejo calvo”, en el transcurso de una de sus asambleas báquicas.
¿Qué hay de los profesores extranjeros?
Volviendo a los profesores nativos, a los alumnos “interesados” les suele encantar poder relacionarse con nosotros, cuanto más mejor. A veces hasta el extremo que puede parecer que pretenden exprimirnos y cobrarse una pizca de la millonada que pagan de matrícula. Quizás el hecho de que en Japón las relaciones (limbo alcohólico a parte) sean tan rígidas, y se insista tanto en no invadir el terreno íntimo de los demás, hace que, cuando se encuentran con alguien de una cultura donde todo está menos normativizado, se suelten tanto el pelo que lleguen a parecer unos caraduras.
Para muestra un botón: sé de varios casos de alumnos japoneses que se han presentado durante las vacaciones en España en casa de alguno de sus profes españoles con intención de instalarse unos días, algo que jamás harían si este fuera japonés. Y, para colmo, es muy posible que ese mismo alumno, una vez terminada su etapa universitaria, no se moleste en mantener un contacto de cortesía con el profesor, uno no sabe si por timidez, por mala educación o simplemente porque el profesor es parte de ese hiato en sus vidas, llamado universidad, al que no pueden ni deben querer regresar una vez convertidos en shakaijin, literalmente, “persona de la sociedad”.
7.La relación con los alumnos en el aula
Cada vez estoy más convencido de que la actitud del instructor hacia los alumnos es uno de los elementos que más determinan el resultado final del proceso de enseñanza-aprendizaje del español en Japón. Analicemos el tema.
Miedo al gaijin... A veces cerval
Claro que lo más importante para aprender en general es la actitud del aprendiz pero, dado que esa es una variable imposible de controlar y que sabemos que en nuestras aulas de español para japoneses se agazapan, escondidos tras los verdaderos estudiantes, individuos con escaso interés en nada más que recibir el imprimatur oficial para salir a buscar trabajo, debemos acudir a las clases con una actitud más parecida a la de un profesor de enseñanza primaria que a la de un maestro lector.
Antes que nada, tenemos que hacer que nos pierdan el miedo, aunque a veces sea a costa de que nos pierdan el respeto. Hace un par de años, en una de las primeras clases del curso, le pregunté a una chica de primero algo, en japonés, detecté que estaba en la inopia, se lo dije y se echó a llorar. Y el otro día a una chica de tercero pero que tiene clase con extranjeros por primera vez, nada más sonar la campana de terminar le dio un ataque de hiperventilación por ansiedad, cayó al suelo, se puso a respirar espasmódi-camente y tuvimos que llevarla a la enfermería corriendo.
Más que simples anécdotas
Los dos casos anteriores no son sólo dos anécdotas, son ejemplos de la gran experiencia que representa para muchos chicos japoneses enfrentarse por primera vez al mundo de la universidad, en muchos casos viviendo solos por primera vez y en una gran metrópolis; y, encima, teniendo que tratar con profesores extranjeros. La mayoría superan el trance y crecen, aunque algunos no necesariamente en el sentido de asumir su papel de aprendices activos, sino simplemente de camaleones adaptados al nuevo medio, camuflados para absorber esporádicamente las oportunidades que la vida universitaria les brinde.
Con todo, a poco que uno se lo tome con calma, es fácil que se cree una corriente de buenas vibraciones, especialmente si uno asume, como mínimo en los primeros cursos, un papel más de artista de variedades que de sensei. A propósito, el otro día me dijeron, como halago, que yo era sensei-ppokunai, o sea, que no tenía pinta de profesor.
El aula como teatro cómico
Creo que si uno sabe tocar la guitarra o cantar debería explotarlo pedagógicamente. Como no es mi caso, me conformo con intentar crear una relación de confianza, a lo que estoy seguro que contribuye el que me puedan hablar en japonés si es necesario. Y, cuando estoy inspirado, hago un poco de espectáculo: me auto-parodio, me saco el cinturón y los amenazo de usarlo como látigo, suelto algún chistecillo malo y me flagelo...
Claro que no siempre todo es tan fácil y bonito: a veces uno está de mal humor y por más que lo intente no consigue sobreponerse y sólo ve al tipo que está durmiendo, al que bosteza en sus narices, al que juega con el móvil, al que mira por la ventana....Y cuanto peor está el profesor, más tensos están los alumnos, lo que crea un círculo vicioso que sólo se rompe con muchas ganas.
6.El japonés y los profes
¿Es posible ser profesor de español en Japón sin saber japonés? No sólo es posible sino también bastante habitual. Lo raro son lo profesores extranjeros que dominan el japonés, hay bastantes que tienen un nivel rudimentario, suficiente para comunicarse oralmente, y un buen número que no pasa del arigatō gozaimasu.
Profesores religiosos
Antes la mayoría de los instructores de español eran religiosos o ex religiosos que habían llegado al archipiélago nipón para predicar y, por lo tanto, estaban bien formados en la lengua nativa. Ahora las vías de llegada son más variadas y el nivel de lengua más bajo, si bien hay un nucleo importante de enseñantes que han obtenido su licenciatura o su doctorado en una universidad de las islas.
¿Es bueno ser profesor de español en Japón sin saber japonés? Mi opinión es que no. Dentro de los estudios de la enseñanza de lenguas segundas o extranjeras ha habido y todavía hay quien defiende el uso exclusivo de la lengua meta del alumno. Es decir, en nuestro caso, se trataría de usar sólo el español y para nada el japonés. Este es un tema apasionante, pero no creo que Nipoweb sea el lugar más adecuado para desarrollarlo. Me limitaré a explicar por qué creo que es bueno que un profesor de español en Japón sepa japonés.
¿Por qué es necesario el japonés?
Bueno, tal vez debería haber especificado que lo deseable es no sólo que sepa japonés sino también que conozca bien la cultura japonesa. ¿Por qué? Sencillamente, para comprender a los alumnos, saber por qué actúan como actúan, por qué se equivocan donde se equivocan, y poder ayudarles mejor en su proceso de adquisición lingüística. Además, claro está, en los niveles iniciales existen obvias necesidades de comunicación. Algunos profesores las satisfacen a base de usar el inglés, pero creo que eso no es más que una chapuza, ya que en el caso de que su dominio de esa lengua sea bueno, no lo será el de muchos alumnos, algunos de los cuales, como dije en otro artículo, estudian español precisamente porque odian el inglés.
Un motivo añadido para usar el japonés es que el saber que le pueden hacer una pregunta en su lengua rompe la tensión negativa que sufren muchos alumnos al enfrentarse por primera vez en su vida a un profesor universitario y extranjero.
El equilibrio
Eso sí, como en todo, hay que saber encontrar el equilibrio. Renunciar al uso del japonés es absurdo, pero abusar de él también. Lo ideal es tender progresivamente a disminuir el uso del idioma del alumno durante el primer curso y ya no usarlo más que como referencia comparativa en los sucesivos.
Yo tengo clases de primero, tercero y cuarto. Con los novatos agradezco el esfuerzo de hablar en español pero permito que me hablen en japonés. Con los demás, dentro del aula no me doy por enterado de ningún comentario o pregunta que no sea en castellano. Eso sí, les digo siempre que, terminada la clase, son libres de hablarme en francés, inglés, japonés o catalán. Los buenos aprendices, claro, no tienen duda a la hora de elegir el idioma.
5.Profe en la universidad
Del mismo modo que una universidad japonesa no es lo mismo que una occidental, un profe aquí tampoco es exactamente lo que uno allá. No lo es ni en el estatus, ni en los requisitos, ni en las condiciones de trabajo, ni en el salario, por citar sólo algunos de los aspectos relevantes de la profesión.
Varias categorías
Antes de pormenorizar, hay que decir que existen diferentes categorías de profesor y que para cada una de ellas las condiciones son distintas. Me voy a referir primero a la más abundante en el caso de los profesores extranjeros, la de lector o profesor a tiempo parcial, hijôkin (非常勤) en japonés.
La categoría de profesor a tiempo parcial es la más abundante, cada vez más, porque las universidades se ahorran un montón de dinero contratando de este modo en lugar de tener a profesores en plantilla, a los que hay que pagarles una serie de beneficios sociales además de un abultado salario por un ridículo número de clases semanales.
¿Qué hay que hacer para enseñar en la universidad?
Para llegar a ser lector de español en una universidad japonesa sólo se necesitan un título universitario superior, buenos amigos y suerte. El título no tiene por qué ser en filología o pedagogía, ni siquiera en letras, pero cada vez son más numerosos los que complementan su formación, técnica o humanística, con un máster en enseñanza del español como lengua extranjera.
Lo difícil suele ser entrar en la primera universidad y tener paciencia y recursos económicos para esperar a que haya vacantes en otras. Lo normal es que en una sola no den más de cuatro clases semanales a un profesor el primer año, y no es extraño que comience sólo con dos. Seis es el máximo para no crear un agravio con los profesores fijos, que con igual carga lectiva ganan más del triple.
La paga suele ser de entre 25.000 y 30.000 yenes por clase semanal al mes, durante todo el año, incluidos los casi cinco meses en que no hay clases. Además, la universidad paga el transporte y algunas complementan el salario con dos medias pagas extra, una en verano y otra para fin de año. La única obligación es dar las clases y asistir a una o dos reuniones al año. A los lectores no se les exige horario de oficina, porque no tienen oficina. Eso sí, en todos los centros hay una sala de profesores, con té y café gratis, y acceso libre a los ordenadores y a la biblioteca.
Nuevas plazas fijas, casi inexistentes
Antiguamente, ser lector era un primer paso para llegar a tener plaza fija, pero estas son cada vez más escasas, casi diría que están en proceso de extinción. Tanto los fijos definitivos como los contratados por un período de tiempo limitado (hay contratos desde un año a cinco, según la universidad) tienen despacho, individual o entre dos, y cuentan con un presupuesto anual de más de medio millón de yenes para gastos relacionados con la investigación, tales como comprar libros o material de oficina, asistir a congresos...Precisamente, a diferencia de lo que pasa con los lectores, a los fijos les suelen exigir publicar periódicamente artículos académicos.
En cuanto a los permisos de trabajo, a los profesores a tiempo completo, ya sea con contrato indefinido o temporal, la universidad les facilita la documentación necesaria para obtenerlo, algo que no sucede con lo lectores, por lo que una gran mayoría de estos son cónyuges de ciudadanos japoneses que, como tales, tienen derecho a vivir y trabajar en el país. Pero de la vida personal del profe de español en Japón ya hablaré otro día.
4.Clase de composición española
Jordi Juste para Nipoweb
En una de las universidades donde trabajo tengo cuatro clases semanales de la asignatura de tercer curso que se llama “Composición española”, lo que me da una excelente oportunidad para asomarme a las mentes de los jóvenes universitarios japoneses, y también para comprobar lo poco que algunos han aprovechado los dos años precedentes.
Yo y el español
La semana pasada me entregaron su primera tarea, titulada Yo y el español, donde debían explicar por qué, para qué, dónde, cómo, cuándo, desde cuándo y con quién estudian español, y cualquier otra cosa que les pareciera relevante en su relación con el idioma que escogieron como especialidad.
Lo primero que salta a la vista es la diferencia de niveles de lengua castellana existente llegados a este punto de la carrera, lo cual es una dificultad tremenda para el profesor, a la hora de programar actividades que se ajusten a las necesidades y expectativas de todos. Algunos han estudiado con ahínco en primero y segundo, e incluso han asistido a algún cursillo en España o en Hispanoamérica. Otros han llegado a tercero, sin merecerlo, porque sus profesores no se han querido complicar la vida suspendiéndolos (y, por lo tanto, volviéndolos a tener como repetidores).
¿Por qué el español?
Respecto al contenido, en cuanto uno se pone a leer se da cuenta de uno de los principales motivos del fracaso de muchos: la falta de una motivación adecuada. Hay un grupo numeroso de alumnos que han entrado en el departamento de español porque no consiguieron la nota suficiente para entrar en el de inglés, su primera opción. Otros lo hicieron por descarte: algo hay que estudiar, y como algún “amigo” les dijo que el español era fácil y esta universidad tiene un campus nuevo, con magníficas instalaciones para pasar el rato... Afortunadamente, también hay muchos que tienen encomiables motivos para estudiar castellano, generalmente la curiosidad por algún aspecto de la cultura hispana y una tenue creencia en su utilidad en un mundo laboral donde saber inglés ya no és un mérito sino una obligación.
Algunas perlas
Algunas perlas de la semana:
- Yo quiero ir a Uruguay porque quiero ver Machu Pichu.
- Poco a poco comencé a creer que quiero ir a España y quiero infringir la expresión no elaborada.
- Durante todo el año estudié el español en mis orejas y en mi boca.
- Nosotras fuimos a Sevilla desde Valladolid en AVE.
- Y hallará mi vida sin falda. Deseo mismo quererme.
- Ahora estoy haciendo investigaciones del artículo del español en el seminario de universidad. Es muy difícil y profundo, pero es muy encantado y interesante. Lo quiero penetrarme.
- Me gusta unos animales. Sobre todo, me gusta unos gatos mucho, mucho. Hablando con flanqueza, soy un maniático del ferrocarril.
Que conste que no he puesto estas frases aquí para ridiculizar a sus autores en particular ni a los estudiantes japoneses en general. El error es un instrumento imprescindible para el aprendizaje. Además, estos gazapos son entrañables y hacen más llevadera la hercúlea tarea de leer en una semana 120 composiciones de estudiantes de español como lengua extranjera.
3.Siesta en el aula
Primera clase del curso 2003-2004. En una hora y media con 20 alumnos se me duermen dos y a otros dos les suena el teléfono móvil. ¿Casualidad? No, es algo bastante normal, especialmente en los primeros días del año escolar, cuando aún no se han enterado de que, para un profe occidental, que un alumno se duerma en el transcurso de su clase es una de las faltas de respeto más graves.
La cultura del dormir
Creo que no exagero si digo que tengo colegas que se ponen hechos unas fieras cuando algún pupilo les pone los cuernos con Morfeo. Pero insisto, lo de que alguien se duerma en clase es algo “normal”. ¿Que qué hago yo? Pues los despierto, sin acritud, pero delante de todo el mundo. Normalmente, eso ya vale como medida de escarmiento, por la vergüenza que sienten. Pero ¿por qué es “normal” que se duerman en las clases? Porque se duermen en todas partes, no sólo en las aulas. Cualquier persona que haya estado en Japón, aunque sólo sea como turista, se habrá sorprendido de la gran cantidad de viajeros que duermen en los transportes públicos, sentados o de pie, a cualquier hora del día. Pero no es sólo en metros, trenes y autobuses, también duermen en las bibliotecas o en las salas de espera de los hospitales.
Hay quien dice que el fenómeno es consecuencia de las pocas horas que les quedan para el descanso en casa después de la jornada laboral o escolar. ¡Hombre! Es cierto que hay muchos japoneses que tienen que madrugar para poder ir a su lugar de trabajo o estudio, que puede estar a dos horas de su domicilio, y por la noche, tarde, después de una agotadora jornada, tienen que hacer el camino de vuelta. Es posible que en algunos casos eso justifique las cabezaditas, pero yo más bien me inclino a creer que, simplemente, el dormir en público es algo que está asumido culturalmente, tal vez debido a que aquí uno puede todavía abandonarse sin miedo a que le birlen la cartera.
Actitudes en clase... Y fuera de ella
Pero, bueno, volviendo a la Universidad, es que en las reuniones de profes siempre hay algún compañero nipón roque, e incluso en ceremonias de graduación o de inauguración de curso, algo que aquí tiene un sentido casi religioso, uno puede ver a jefes de departamento y demás jerarquías académicas echando un sueñecito.
Con el teléfono, supongo que en España también pasará algo similar. Es comprensible que a veces suene. También a mí me ha sonado alguna vez en el transcurso de la clase. Procuro apagarlo siempre o dejarlo en silencio delante de todos, para dar ejemplo, pero a veces también se me olvida.
En cuanto a otras formas de indisciplina, a veces hay algún “malo” o grupúsculo de malos, que se sienta en la última fila, parapetado en la visera de una gorra o en un flequillo persiana, y adopta una actitud desafiante, pero en general, en la universidad, a la que acuden con un alto coste económico, los alumnos son dóciles, a veces demasiado dóciles, o más que dóciles pasivos, pero de eso ya hablaré otro día.
viernes, junio 24, 2005
2.¿Qué es la universidad japonesa?
Si alguien piensa que es lo mismo que una universidad española, pero en Japón, está equivocado. La Universidad aquí no tiene la función de crear especialistas que ha venido adoptando en los últimos tiempos en Occidente, ni tampoco la de formar humanistas, versados en las diversas artes y ciencias, que a todos nos viene a la cabeza cuando pensamos en las aulas del Renacimiento.
Un puente entre la escuela y el mundo laboral
En Japón, la Universidad es, sobre todo, un paso intermedio entre la escuela y el mundo laboral. Es cierto que eso es así, en gran medida, en todo el mundo. Pero es que aquí esa condición de puente de acceso al mundo adulto es la esencia misma del sistema. Por eso la carrera elegida tiene una importancia menor. La mayoría de japoneses aspiran todavía, aunque menos que en generaciones precedentes, a ingresar en una empresa, a ser posible grande, como “empleados” de la misma.
Las comillas anteriores son intencionadas para destacar que esa palabra tiene aquí un valor muy particular: La gente entra a trabajar para una compañía y una vez dentro recibe una formación específica y pasa por un período de adaptación de varios años que suele incluir una rotación por diversos puestos. No importa tanto lo que se va a hacer en tal empresa como el hecho de pasar a pertenecer a su plantilla.
Y no es que lo que se aprende en la universidad no sirva para nada, sino que lo básico para trabajar en una empresa lo aprenden todos los que acuden a la enseñanza superior, sea en la carrera que sea. Lo cual no significa, sin embargo, que no haya carreras específicas, a parte de las técnicas. Por ejemplo, hay gente que estudia español como especialidad, aunque eso no quiere decir que vaya a dedicarse a nada que tenga que ver con la lengua. De hecho, la inmensa mayoría de nuestros alumnos no usa para nada el español en su vida laboral. Una lástima, sí, pero de eso hablaré en otro artículo.
Los clubes como método para socializar
Así pues, hemos quedado en que lo de menos es lo que se estudia y lo importante es simplemente estar ahí, en las aulas, en el campus, en los despachos... Y no necesariamente para estudiar, o como mínimo no para hacerlo con especial empeño, porque la universidad ya cumple su cometido de socialización a través de las relaciones entre los alumnos, especialmente en los clubes, entidades gestionadas enteramente por ellos mismos y que les sirven, entre otras cosas, para poner a prueba su capacidad de trabajo, de integración en un equipo y de sometimiento a la autoridad de los mayores, ya sea ésta abusiva o ecuánime.
Sin embargo, las carreras de ciencias son otra cosa. El nivel de exigencia es mucho más alto, aunque no comparable con el europeo, ya que los primeros dos años suelen ser bastante introductorios. El resultado es que actualmente en Japón el número de estudiantes de ciencias decrece año tras año, ya que son pocos los alumnos que están dispuestos a sacrificar sus únicos cuatro años de ocio. [gracias a Jorge Larrañaga por sus comentarios]
Comprender qué se entiende por Universidad en Japón es importante para entender muchas cosas sobre su funcionamiento. Por ejemplo, por qué el nivel de exigencia académica es tan bajo: si lo importante es que acudan a socializarse, ¿para qué suspender, y privar de la graduación, a un alumno de la especialidad de español de cuarto curso por el hecho de no saber todavía construir una frase con sujeto verbo y predicado?
Por si no ha quedado claro: creo que lo que en Japón llaman Universidad, con sus defectos y sus virtudes, es algo bien distinto de lo que conocemos en Occidente con tal nombre.
miércoles, junio 22, 2005
1.Presentación
Ya está aquí el nuevo año escolar (en Japón empieza en abril), una buena oportunidad para comenzar una serie abierta de artículos que pretenden, a través de mi experiencia particular, presentaros una perspectiva del sistema educativo nipón con el acento puesto en la enseñanza del español, especialmente en la Universidad.
¿Qué pasa en las aulas japonesas?
Insisto en que esta serie no pretende ser una tesis doctoral sino un mosaico, lo más armónico y ameno posible, que os permita haceros una idea de lo que pasa en las aulas universitarias japonesas. El tema puede tener interés en sí para aquellos que quieran probar fortuna algún día enseñando por aquí, pero me gustaría que sobre todo tuviera efecto en los adictos a lo japonés, al aportarles unas dosis de Nippon complementarias a las que suelen administrarse.
Para comenzar, me presentaré brevemente, en lo que se refiere a mis actividades profesionales: tengo 34 años y soy licenciado en Ciencias de la Información y máster en Enseñanza del Español como Lengua Extranjera. Trabajo, a tiempo parcial, como corresponsal de El Periódico de Catalunya y profesor de español en las universidades de Estudios Extranjeros de Kioto y de Kansai (ambas con departamento de español) y en la universidad Ryukoku, de Kyoto, donde tengo clases para los estudiantes de otras carreras. Además, doy clases a adultos de edades comprendidas entre los 20 y los 80 años en Asahi Culture Center de Osaka, institución asociada al periódico Asahi Shimbun.
Llegué al Japón por primera vez el 18 de enero del 95, por circunstancias que no vienen al caso, pero me instalé, digamos que definitivamente, en el 98. Llevo cuatro cursos enteros en la Universidad, o sea que el pasado marzo se lincenció mi primera generación de pupilos. Un momento ideal para reflexionar un poco sobre lo que hacemos y hacen aquí.
Lancemos unas cuantas preguntas al aire
Si alguien tiene preguntas, que no dude en hacerlas. Intentaré responderlas. De momento, a mí se me ocurren algunas, que os arrojo sin ton ni son: ¿Hay mucha gente estudiando español en Japón? ¿Por qué estudian español los japoneses? ¿Es verdad que la universidad es más fácil que en Europa? ¿Obligan las universidades a aprobar a todos los alumnos? ¿Cómo se comportan los japoneses en las clases? ¿Es cierto que se duermen? ¿Copian los japoneses en los examenes? ¿Cómo tratan los japoneses a un profesor de español? ¿Se liga mucho siendo profe de español? ¿Se gana mucho dinero trabajando de profesor de español? ¿Es fácil que te contraten como profesor de español? ¿Qué dificultades especiales tienen los japoneses para aprender español? ¿Se pueden dar clases de español en Japón sin saber japonés?
Se me ocurren un montón más pero, de momento, esto es todo, amigos. Nos leemos en la próxima entrega de la serie.