Jordi Juste para Nipoweb
Si alguien piensa que es lo mismo que una universidad española, pero en Japón, está equivocado. La Universidad aquí no tiene la función de crear especialistas que ha venido adoptando en los últimos tiempos en Occidente, ni tampoco la de formar humanistas, versados en las diversas artes y ciencias, que a todos nos viene a la cabeza cuando pensamos en las aulas del Renacimiento.
Un puente entre la escuela y el mundo laboral
En Japón, la Universidad es, sobre todo, un paso intermedio entre la escuela y el mundo laboral. Es cierto que eso es así, en gran medida, en todo el mundo. Pero es que aquí esa condición de puente de acceso al mundo adulto es la esencia misma del sistema. Por eso la carrera elegida tiene una importancia menor. La mayoría de japoneses aspiran todavía, aunque menos que en generaciones precedentes, a ingresar en una empresa, a ser posible grande, como “empleados” de la misma.
Las comillas anteriores son intencionadas para destacar que esa palabra tiene aquí un valor muy particular: La gente entra a trabajar para una compañía y una vez dentro recibe una formación específica y pasa por un período de adaptación de varios años que suele incluir una rotación por diversos puestos. No importa tanto lo que se va a hacer en tal empresa como el hecho de pasar a pertenecer a su plantilla.
Y no es que lo que se aprende en la universidad no sirva para nada, sino que lo básico para trabajar en una empresa lo aprenden todos los que acuden a la enseñanza superior, sea en la carrera que sea. Lo cual no significa, sin embargo, que no haya carreras específicas, a parte de las técnicas. Por ejemplo, hay gente que estudia español como especialidad, aunque eso no quiere decir que vaya a dedicarse a nada que tenga que ver con la lengua. De hecho, la inmensa mayoría de nuestros alumnos no usa para nada el español en su vida laboral. Una lástima, sí, pero de eso hablaré en otro artículo.
Los clubes como método para socializar
Así pues, hemos quedado en que lo de menos es lo que se estudia y lo importante es simplemente estar ahí, en las aulas, en el campus, en los despachos... Y no necesariamente para estudiar, o como mínimo no para hacerlo con especial empeño, porque la universidad ya cumple su cometido de socialización a través de las relaciones entre los alumnos, especialmente en los clubes, entidades gestionadas enteramente por ellos mismos y que les sirven, entre otras cosas, para poner a prueba su capacidad de trabajo, de integración en un equipo y de sometimiento a la autoridad de los mayores, ya sea ésta abusiva o ecuánime.
Sin embargo, las carreras de ciencias son otra cosa. El nivel de exigencia es mucho más alto, aunque no comparable con el europeo, ya que los primeros dos años suelen ser bastante introductorios. El resultado es que actualmente en Japón el número de estudiantes de ciencias decrece año tras año, ya que son pocos los alumnos que están dispuestos a sacrificar sus únicos cuatro años de ocio. [gracias a Jorge Larrañaga por sus comentarios]
Comprender qué se entiende por Universidad en Japón es importante para entender muchas cosas sobre su funcionamiento. Por ejemplo, por qué el nivel de exigencia académica es tan bajo: si lo importante es que acudan a socializarse, ¿para qué suspender, y privar de la graduación, a un alumno de la especialidad de español de cuarto curso por el hecho de no saber todavía construir una frase con sujeto verbo y predicado?
Por si no ha quedado claro: creo que lo que en Japón llaman Universidad, con sus defectos y sus virtudes, es algo bien distinto de lo que conocemos en Occidente con tal nombre.
Si alguien piensa que es lo mismo que una universidad española, pero en Japón, está equivocado. La Universidad aquí no tiene la función de crear especialistas que ha venido adoptando en los últimos tiempos en Occidente, ni tampoco la de formar humanistas, versados en las diversas artes y ciencias, que a todos nos viene a la cabeza cuando pensamos en las aulas del Renacimiento.
Un puente entre la escuela y el mundo laboral
En Japón, la Universidad es, sobre todo, un paso intermedio entre la escuela y el mundo laboral. Es cierto que eso es así, en gran medida, en todo el mundo. Pero es que aquí esa condición de puente de acceso al mundo adulto es la esencia misma del sistema. Por eso la carrera elegida tiene una importancia menor. La mayoría de japoneses aspiran todavía, aunque menos que en generaciones precedentes, a ingresar en una empresa, a ser posible grande, como “empleados” de la misma.
Las comillas anteriores son intencionadas para destacar que esa palabra tiene aquí un valor muy particular: La gente entra a trabajar para una compañía y una vez dentro recibe una formación específica y pasa por un período de adaptación de varios años que suele incluir una rotación por diversos puestos. No importa tanto lo que se va a hacer en tal empresa como el hecho de pasar a pertenecer a su plantilla.
Y no es que lo que se aprende en la universidad no sirva para nada, sino que lo básico para trabajar en una empresa lo aprenden todos los que acuden a la enseñanza superior, sea en la carrera que sea. Lo cual no significa, sin embargo, que no haya carreras específicas, a parte de las técnicas. Por ejemplo, hay gente que estudia español como especialidad, aunque eso no quiere decir que vaya a dedicarse a nada que tenga que ver con la lengua. De hecho, la inmensa mayoría de nuestros alumnos no usa para nada el español en su vida laboral. Una lástima, sí, pero de eso hablaré en otro artículo.
Los clubes como método para socializar
Así pues, hemos quedado en que lo de menos es lo que se estudia y lo importante es simplemente estar ahí, en las aulas, en el campus, en los despachos... Y no necesariamente para estudiar, o como mínimo no para hacerlo con especial empeño, porque la universidad ya cumple su cometido de socialización a través de las relaciones entre los alumnos, especialmente en los clubes, entidades gestionadas enteramente por ellos mismos y que les sirven, entre otras cosas, para poner a prueba su capacidad de trabajo, de integración en un equipo y de sometimiento a la autoridad de los mayores, ya sea ésta abusiva o ecuánime.
Sin embargo, las carreras de ciencias son otra cosa. El nivel de exigencia es mucho más alto, aunque no comparable con el europeo, ya que los primeros dos años suelen ser bastante introductorios. El resultado es que actualmente en Japón el número de estudiantes de ciencias decrece año tras año, ya que son pocos los alumnos que están dispuestos a sacrificar sus únicos cuatro años de ocio. [gracias a Jorge Larrañaga por sus comentarios]
Comprender qué se entiende por Universidad en Japón es importante para entender muchas cosas sobre su funcionamiento. Por ejemplo, por qué el nivel de exigencia académica es tan bajo: si lo importante es que acudan a socializarse, ¿para qué suspender, y privar de la graduación, a un alumno de la especialidad de español de cuarto curso por el hecho de no saber todavía construir una frase con sujeto verbo y predicado?
Por si no ha quedado claro: creo que lo que en Japón llaman Universidad, con sus defectos y sus virtudes, es algo bien distinto de lo que conocemos en Occidente con tal nombre.